22 jul 2008

Cierto día me puse a pensar en las mujeres que salen embarazadas, los problemas q pasan, osea, aparte de cargar semejante peso en su barrigota, tienen q soportar la vida común de cualquier persona, o mejor dicho, de cualquier mujer. Así q, para solidarizarme con ellas, decidí hacerme pasar x una pobre mujer embarazada jejejeje….
Tengo uno esos politos de embarazada y al ataque mis valientes.
Primero en el micro, ya está, subo, el carro super lleno, para variar, pero yo toda rica, confiadísima en q me darían asiento reservado al ver mi estado, no…obvio….Pero naaaaa, no, nadie me cedio el asiento abuuuuuuuuuuuuu, yo miraba con cara de pena, pero naaaaaaaaaa, malditos, eso no se hace. De ratito en ratito observaba mi barriga y pues, sentía q no se notaba jaja, ta mare, el plan no está dando resultado, q jodaaaa…
Rayos!!!, llegué al trabajo más aplastada, fácil q si hubiera estado embarazada de verdad, perdía a mi hijo en el trayecto…grrrrrr
Bueno, ahora intentémoslo en el banco, jijiji…allí si me dirán q pase antes…Pucha, q tal colazaaaaaa…..A ver, a ver….uhmmm, es q acaso no me ven, mier…coles, miren toy embarazada!!!.....Abuuuu, naaaa, tampoco naaaaa, nadie me dice q pase…abuuuu…q abuso
Bueno, terminó mi día, regreso lateando del trabajo, para variar, no es q sea tacaña y mucho menos misia, me gusta caminar y despejar mis malos pensamientos jajaja….Hasta q un patita empieza a joder, ta mare, ni a una chica embarazada respetan estos hombres…abuuuuuuuuuuuuuuuu….
Uhmmm, al llegar a casa me di cuenta q no parecía embarazada…shit!!….unos 10 kilitos más y la hacía linda….
Conclusión: No hay respeto x las mujeres embarazadas…abuuuuuuuuuuu o será q me queda bien el morado/fucsia jajajaja

17 jul 2008

Él se llamaba David, era el chico más lindo del instituto, osea el cuero de los cueros. Todas, incluyéndome, andábamos detrás como perritos falderos, le invitábamos cigarros, chocolates, en fin, lo que sea. Le hacíamos preguntas, lo que se nos viniese a la cabeza. Recuerdo que una vez le pregunte: “Me puedes decir donde están los servicios higiénicos?”. Bien tonta yo, si estudiaba con él. Como pude haberle hecho esa pregunta. Yo sabía perfectamente donde estaban los benditos baños. Es que una se derretía en sus ojos, no podías pronunciar más de 10 palabras juntas porque simplemente te perdías en su mirada que reflejaba lo celeste del mar. Bellos ojos, muy bellos, que digo bellos, eran bellísimos. Un hijo con él hubiera sido un modelito fashion de esos que vemos en la tele.
En las clases, sobre todo en las de mate, las malditas sabelotodo se pegaban a él porque sabían que el chico les iba pedir ayuda, que odiosas. Me daba cólera verlas junto a él y nosotras de lejitos murmurando y haciendo lo posible por llamar su atención, que claro está, de ratito en ratito se dignaba a lanzarlos una mirada matadora por la cual nosotras moríamos.
No sé, sentía que él me miraba de forma especial, yo no entendía, quizás yo le gustaba. Buena interrogante, lo cierto es que yo no podía conversar con él porque las piernas me temblaban, pronunciaba mal las palabras y de pronto me daban ganas de ir al baño. Eso se llama: nervios. Pero yo no entendía porque me ponía nerviosa, él solo me gustaba, me atraía, más no me sentía enamorada. Aunque, conversando con mi viejo mejor amigo, me comentó que esos nervios eran propios de una chica enamorada. Rayos, eso nunca.
Era gracioso verlo ingresar con un séquito de chicas a su alrededor, cuando me veía, yo me quedaba observándolo toda estúpida y él levantaba la mano en son de “hola”, yo no sabía que hacer, solo sonreía, pero por dentro moría. Las envidiosas de mis amigas me miraban con cara de odio y de desprecio. Yo no tenía la culpa de que, al parecer, su preferida era yo.
Era extraño que siendo un chico tan guapo no tuviera enamorada, sería gay, uhmm, no creo. De repente como él era perfecto no hallaba chica alguna que le llegara la menos a las rodillas. Fácil, allí estaba yo, a perfect girl.
Cierto día, caminaba por un centro comercial muy conocido de San Isidro y cruzamos miradas, se acercó, me saludó y no se de donde saqué valor, sucede que a los minutos estábamos sentados en una heladería. Conversamos como nunca lo habíamos hecho, jamás pensé que fuera tan ameno y eran muy parecidos sus gustos a los míos. Música, literatura, baile, etc. Sentí que había demasiada química entre nosotros.
Llegó la hora de despedirnos, vaya momento crucial en mi vida. Estábamos en el paradero, él todo caballero, optó porque yo tome primero el bus. Sentía que su mirada penetraba en todo mi ser, es decir, luego de haber conversado toda la tarde con él, parecía que lo conociera de años atrás.
Estaba aturdida porque ya no conversábamos, solo nos observábamos. De pronto, no se como explicar lo que sucedió, y nos besamos, nos besamos tanto, que tuvimos que parar un taxi y continuarla en otro lugar más íntimo. Horas más tarde, me llevó a casa y nos despedimos.
Al día siguiente, como siempre él llego con toda su fanaticada a sus espaldas. Cruzamos miradas otra vez, y me ignoró. Cómo es posible eso. A mi, a su preferida y después de lo que pasó entre nosotros la noche anterior. Lo peor de todo es que yo no debía y no podía decir nada porque obvio nadie me lo creería.
Hice lo posible por acercarme a él, pero me evadía. En esos momentos me sentí morir. Me entregué a un hombre que no me amaba, como tal vez yo si. Lo hice con la cabeza caliente y ahora me arrepiento.
A los dos meses después, se retiro del instituto y viajó al extranjero. Nunca más supe de él.

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