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By
Lara Holmes
a las
18:00
Mariana estaba aburrida en casa. Ingresó a una página de chat, puesto que quería conversar con gente desconocida. Le empezó a hablar un patita, chatearon y se dio cuenta que no era de los clásicos mañosones que a las dos palabras que intercambiaste te dicen: “amiga, ¿me das tu correo?”, “para agregarte” o “¿cómo eres físicamente?”. Cuando me hacen la última pregunta respondo:
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